“La felicidad no es una estación a la que se llega, sino una forma viajar” (Margaret Lee Runbeck)

La felicidad no es un molde uniforme, una fórmula mágica, “diez puntos a seguir para alcanzar la felicidad…”. Pues cada persona es movida por sus motivaciones personales, creencias….  incluso podríamos decir que el lugar de nacimiento y las circunstancias personales, pueden mover ese punto de felicidad. Si no todos seriamos felices aplicando el arquetipo establecido o esa fórmula magistral.

Lo que también sucede, que el concepto de felicidad, con el paso del tiempo se ha pervertido, esta muy manipulado, hasta hacernos creer, que la felicidad es un estado definitivo o una zona perfecta de encontrarse en el nirvana, donde tenemos que llegar si logramos nuestras metas o poseemos esto o aquello.

 Pues perdona, que te rompa esa prefabricada e ilusoria idea. La felicidad no es una meta, sino una forma de caminar. Que evidentemente ese camino está lleno de contratiempos, de peligros y miedos. Perderemos en ese camino personas queridas, trabajos, amigos, enfermaremos, tendremos accidentes…. Ese camino se llama trascurso de la vida.

Para vivir esa vida con la mayor plenitud posible, tendremos que enfocarnos y dirigir nuestra energía a cualidades internas, como encontrar nuestros propósitos de vida, vivir con atención plena, así como desarrollar la gratitud, compasión, generosidad y bondad. Vivir con tranquilidad interior y esto tiene mucho que ver con disfrutar de lo que uno hace, relativizar, tener buenas relaciones, no compararnos, saber perdonar y tener necesidades pequeñas.

La felicidad por tanto no está en el exterior, sino hay que cultivarla en nuestro interior, en nosotros mismos, sin evidentemente olvidarnos de nuestras circunstancias personales. Si dejamos nuestra felicidad en manos de lo externo, siempre estaremos a merced de los caprichos de la vida. Debemos cultivar una sensación de paz interna, para afrontar los alti bajos de la vida con gracia y resilencia.

 “Tenemos dos vidas: la segunda comienza cuando nos damos cuenta de que sólo tenemos una” (Confucio)